Archivo | noviembre, 2011

La inutilidad de un beso

28 Nov

Llegó el momento de la despedida.

Tras largas miradas y un silencio envolvente, Ana empezó a inquietarse.

Y empezó a pensar:

–  ¿Qué hago?, ¿Ahora qué hago?, ¿Qué va a pasar?, ¿Qué digo? No, mejor no decir nada pero, ¿cómo me comporto? ¿Le gusto? Porque él a mí sí que me gusta… ¿Qué hago?-

Volvieron a retomar la conversación y Ana sonreía empática, de forma automatizada porque no podía frenar aquellas ideas que revoloteaban en su cabeza como una bandada de pájaros asustados, sin saber qué rumbo seguir. A duras penas seguía el discurso de Miguel, estaba hipnotizada con sus ojos y le costaba controlar sus sentimientos.

–    Podría besarle. Tal vez es una buena idea aunque, podría alarmarse; pensar que soy una cualquiera que va buscando algo fácil o una “loca de la cabeza” que en cuanto conoce a un chico ya se imagina cómo sería su futuro con él… Va, Ana, se sincera contigo misma, ya te has imaginado cómo sería tu futuro con él… ¡Pero sólo por entretenerme! Mira, no estoy segura.

¡Maldito amor romántico! ¡Maldigo el momento en el que se instaló esa idea en mi cabeza y maldigo la cantidad de años que llevo siendo su esclava! –

Pero es que no se ser de otro modo…

Miguel empezó a darse cuenta de que a Ana le pasaba algo. Ana, acostumbrada a salir de sus ensimismamientos de forma rápida exitosamente retomó las últimas frases que había escuchado para continuar la conversación.

Pasaron varios minutos conversando y Ana advirtió que, de nuevo, el silencio estaba al caer.

–   ¿Para qué le voy a besar?  No va a servir para nada. ¡Imagínate que no es lo que quiere! ¡Imagínate que no le gusto! Mejor dejarlo estar total, sólo es un beso. Puff, me siento como una quinceañera…-

Ana cortó el silencio y forzó un  poco la despedida. Miguel, complaciente le dio las buenas noches y se marchó.

Y al entrar en casa y cerrar la puerta Ana se quedó pensando en la posibilidad de aquel beso. En la inutilidad de un beso pensado, perdido y jamás robado.

Contacto virtual

21 Nov

Todo empezó cuando vió que uno de sus amigos en común le había añadido en una red social.

Entonces ella pensó que tal vez sería buena idea dar señales de vida y retomar el contacto a través de la red.

Y recordó el tiempo compartido con él, que no había sido poco: años, meses, días, excursiones, horas de conversación, gustos, intereses…

Cada vez estaba más convencida, además, casi seguro que en poco tiempo coincidían porque una de sus amigas en común daba un concierto y había invitado a todos sus contactos…

Pero algo le frenó.

No terminó de concretar por qué dejaron de tener contacto pero si recordó que había algo que hacía que no pudiese soportarle más de un número «x» de gilipolleces.

Y recordó que, a él en concreto, le encantaba decir tonterías que sólo le hacían gracia a él mismo y que a ella le hacían sentir incómoda, muy incómoda. Le daba la sensación de estar conversando con un niño de 10 años.

Así acabaron sus dudas y así acaba esta historia: Ella decidió dejar las cosas como estaban que a veces lo de innovar no es buena idea y no sale bien.

FIN

Como si el amor no valiese nada

9 Nov

Yo sólo podía afirmar con rotundidad que te ocurría algo.
Pero no sabía identificar qué estaba pasando por tu cabeza, por qué te comportabas así, por qué esquivabas mi mirada.

Y entonces empecé a hacer lo que nunca hay que hacer en estos casos: Inferir o intentar deducir que, sin ser lo mismo, en estos casos suelen aportar las mismas soluciones.

A mí no me cabía en la cabeza no elegir esta operación como punto de partida: como ser racional que soy tenía la necesidad de explicar tus conductas y tus pensamientos; Un cliché de mi profesión.

Así que empecé con los elementos observables, tus movimientos, tus actos, tu comportamiento, cambios de rutina…

Y no me cuadraba nada. Nunca te habías comportado así.

Llegué a pensar que te habían hipnotizado o abducido o… Me dio por las hipótesis absurdas.

Supongo que esperaba cualquier cosa menos lo que escuché.

Tú también sabías que yo estaba inquieta. Yo siempre he sido muy evidente con mis gestos.

Me hiciste sentarme, colocaste la silla enfrente de mí y medijiste:

– Je crois que je ne t’aime plus -.*

Mis ojos se abrieron todo lo que daban de sí.

No, eso no cabía dentro de las posibilidades. Nos amábamos, las cosas no iban mal, nos comprendíamos, nos apoyábamos, nos consolábamos.

– No puede ser. No puede ser. Así y ¿ya está? ¿No hay más explicación? ¿Así es como se acaba?, ¡Venga ya!

No daba crédito pero sabía que no me estaba mintiendo, podía verlo en sus ojos. Ya no brillaban como antes, su mirada expresaba una tristeza infinita.

–  Moi, je suis désolé ma belle, j’en peut plus -*

Y se fue como una brizna de viento.

Otro cliché.

Ya lo tenía todo listo y, tonta de mí, yo no me había dado cuenta.

Se marchó como si todo hubiera sido un sueño, como si no nos hubiésemos conocido nunca, como si yo no hubiese sacrificado cosas por él y él por mí, como si todo lo que habíamos vivido no fuese más que una broma estúpida.

Como si el amor no valiese nada.

Y así me quedé, como si fuese la protagonista de una comedia romántica en la que al final todo se arregla con la diferencia de que, en la vida real, en estas cosas no hay solución perfecta.

Me quedé sentada en el pollete de la ventana mientras que le veía partir.

Y cuando desapareció de mi vista observé los tejados de aquella ciudad que me había acogido, donde me había enamorado y donde, cerrando el ciclo, me habían roto el corazón. Sin más.

(* – Creo que ya no te amo-.

* – Lo siento cielo, no puedo más-.)

http://www.youtube.com/watch?v=3VGIwsC2Eww&ob=av3n

 

 

Le RDV

4 Nov

Estoy nerviosa.

Estoy demasiado nerviosa para ser coherente…

¡Es que tengo una cosa aquí que no me deja!¡Con lo fácil que sería aprender a respirar con calma!

Pero me falta el aliento, no puedo, no se hacerlo de otro modo.

Hacía mucho tiempo que no me sentía así. Lo peor es que se que no es culpa del café que me he tomado esta mañana porque está más que digerido. Lo peor es pensar que todo esto es por tí.

¡Y llevo tan mal esperar! Llevo tan mal esperarte…

Pienso en lo que pasó, en lo que pasará y mi estómago no deja de dar vueltas.

¿Para qué dará vueltas mi estómago? ¿No se supone que estaba todo claro? Me respondo a mí misma: ¡¿Qué, qué?!

No soporto encontrar en mí esos sentimientos de nuevo. Porque eso significa que aún no he cerrado la puerta.

Pero es que, ¡me siento tan bien cuando me miras! Incluso parece que soy especial aunque en realidad lo que haces es engullirme en tu sombra.

Y de repente vienen a mi mis decisiones drásticas: ¡Esta vez si que no!

Cuando se perfectamente que no soy yo la que tiene el control (que en vez de meter primera, meto tercera al cambiar de marcha).

Siempre me quedo con preguntas.

Siempre soy yo la que calla y tu el que ruegas que continue con lo que iba a decir porque no soportas que deje las frases a medias.

Y yo sigo callada porque me desangro en cada gesto y me desgrano pensando que no me mereces pero que, hubiera sido tan bonito que tú también me quisieras…

Dentro de esa amplia gama de posibilidades que nunca llegan…

Noviembre

1 Nov

Noviembre ha empezado a calar,

ha dejado su marca escrita.

Noviembre, que me vio gritar

que te fueras de mi vida.

Noviembre comienza a llorar

para sanar sus heridas.

Noviembre no quiero mirar atrás

y ver más hojas marchitas.

Noviembre, noviembre,

tú que me viste marchar

cúbreme, cúbreme.

Noviembre, noviembre,

no me invites a la oscuridad,

noviembre.

Recuerdo su abrazo al decirme adiós,

hoy queda tan falso que me pierdo

en un sentimiento del gris de esta ciudad.

Noviembre invita al silencio.

Noviembre, noviembre,

arrópame en la soledad,

cúbreme, cúbreme.

Noviembre, noviembre,

su voz ya no resonará en mi mente.

Noviembre, noviembre,

Noviembre, ¡ayúdame a olvidar!

Noviembre.